Visita a la sima DIANA, 11 de enero de 2014
Teníamos mucha curiosidad por conocer esta sima que, sin ser muy grande, ofrece el interés de conectar espacios amplios por pasadizos horizontales y pozos.
Compañeros habían intentado visitarla previamente, sin éxito por problemas con la instalación, por lo que consultamos sobre el asunto a los colegas del Club Viana, que conocen muy bien la cavidad, y a los que hemos de agradecer su amable ayuda proporcionándonos valiosa información y consejo.
Marta, Toño y yo salimos de
Guadalajara antes de las 9 de la mañana rumbo a Villanueva de Alcorón. Tomamos
rumbo a Cuenca, haciendo una parada en Sacedón para comprar pan. En Alcocer nos
desviamos ya rumbo a Peralveche y luego Villanueva, donde llegamos hacia las
10.30 h, y por fortuna no había montería.
Compañeros habían intentado visitarla previamente, sin éxito por problemas con la instalación, por lo que consultamos sobre el asunto a los colegas del Club Viana, que conocen muy bien la cavidad, y a los que hemos de agradecer su amable ayuda proporcionándonos valiosa información y consejo.
Toño bajando el P-26 |
Arturo, que viene de
su pueblo en Valencia, ha quedado allí con nosotros. Todavía no está, así que a
tomarnos un café a La Pilarica. Llega poco después y ya nos vamos hacia el
refugio de la Zapatilla para echar un vistazo y comprobar si ya hay gente, pues
pretendemos pasar allí la próxima noche. No hay nadie, aunque podrían llegar
mientras estemos en la sima. Tampoco hay leña, habrá que traerla cuando
salgamos.
Alcanzamos el punto
de aparcamiento, avanzando por la pista que nos acerca hacia la zona donde
están Manuel Mozo, La Raja, etc., más o menos a un km. Tras ponernos traje y bisutería, nos dirigimos hacia
la sima, que realmente está muy cerquita. Previendo que salgamos de noche, por
si nos entretenemos mucho, nos llevamos el GPS para volver al coche sin
problemas, que ya sabemos cómo son estos terrenos cuando ya no hay luz…
La sima se abre entre
unos bloques, existiendo dos pequeños orificios que dan paso a una rampa. En
ambos casos el pozo es de algo más de 4 m. Instalo yo, anclando a un árbol
cercano a la primera boca. En la boca se monta una cabecera en “Y” y a la
rampa, que es verdaderamente resbaladiza. Justo abajo opto por instalar uno de
los tacos a la izquierda, bajo la segunda entrada, para descender ya por la
rampa hacia la cabecera del P-14.
Empezamos bien, pues
dejo corta la coca bajo el pozo (será por los resbalones) y Toño no tiene más
remedio que corregirla. Mientras tanto estoy en faena en la cabecera del P-14. Esta
cabecera es mala, hay tres o cuatro tacos sobre la vertical, pero sólo uno se
salva, los demás están embudados, medio fuera, incluso hay uno que me parece
que se movía… La causa es la calidad de la roca, pues cuando se limpia la
capilla de colada que la cubre lo que aflora es una caliza arenosa que
malamente acepta los tacos. Afortunadamente encima de la vertical hay uno
bastante bueno, aunque desde el mismo habrá roce. Sin embargo, recurriendo a
una chapa AS con dyneema se resuelve y podemos montar una cabecera en “Y”
utilizando el “bueno” de abajo y el de arriba.
Comienzo a bajar y… ¡sorpresa!,
la cuerda se acaba a mitad del pozo. Me fié de que alcanzaría fondo con la
cuerda de 36 m que estaba utilizando, pero está claro que no. Para la próxima
vez, usando una de 45 o 50 se llegará sin problemas, incluso montando nueva
cabecera en el comienzo de la rampa y dejando así una coca bien hermosa que
facilite las maniobras. Tomo nota mental.
Me asalta la
tentación de anudar las cuerdas y abajo, pero no es plan pudiendo comenzar en
la cabecera evitando así sufrimientos y posibles problemas a los menos
experimentados. Para arriba otra vez y vuelta a montar el tinglado.
Por fin alcanzamos a la
base del P-14, donde caigo en la cuenta de que la cuerda de 45 m es imposible
que alcance el fondo del P-26 de más allá… comienzo a pensar que tengo tan
oxidado el cerebro como las articulaciones, pues no me di cuenta de que era
imposible con 40 m llegar al fondo desde el P-14… debe faltar una cuerda en la
ficha técnica consultada o algo así, es evidente, pero ni me lo planteé, ya me
vale…
Esto pudo suponer no
hacer fondo, pero afortunadamente llevamos otra cuerda de 40, pues la intención
era instalar los dos pozos que dan a la sala grande del fondo para bajar por
los dos sitios… bueno, por lo menos podemos seguir.
Con la cuerda tiramos
de pasamanos hasta el resalte de 5, que se puede superar por la derecha bajando
por un lado de un gran bloque y alcanzando así la cabecera del P-26. Como
llevamos la cuerda desde arriba, montamos cabecera sobre el resalte y otra en
el pozo, donde ya cosemos la instalación con la tercera cuerda.
Todo este tramo que
da paso a los dos pozos grandes es una diaclasa amplia y alta, con enormes
bloques sobre los que progresamos, y en la que existen numerosos tacos en las
paredes.
El descenso del P-26
es muy interesante, pues a mitad de camino la pared a nuestra espalda desparece
dando paso al techo de una sala de dimensiones bastante amplias, en cuyo fondo
nos reunimos todos.
En esta parte hay
algunas formaciones curiosas, unas pocas estalagmitas de blanco níveo y algunas
coladas muy hermosas, de color amarillento. También, en el suelo, donde existen
goteos, se han formado concreciones muy singulares, como “patitas de elefante”,
con las que debemos ser cuidadosos y no pisarlas.
Todos en la sala bajo el P-26 |
Aquí sacamos la comida y reponemos fuerzas, aprovechando para hacer algunas fotos de la sala y sus cosillas.
"Patitas de elefante"... |
... y otras cositas parecidas, en el suelo |
Algunas coladas amarillas muy hermosas |
Buscamos el spit que
figura en la ficha técnica, y allí está, en el interior de la ventana,
posiblemente en el único sitio con roca más decente. Aunque la cuerda rozará
inevitablemente, pues el anclaje está dentro de la gatera, es la única opción
medianamente decente.
Montamos allí una
chapa y reaseguramos doblemente, de un lado a un natural unos metros antes del
taco (estalagmitas, en apariencia firmes), y además en la salida de la ventana
pasamos una cinta rodeando un bloque empotrado encima, y enlazamos todo de
manera que las cargas se repartan adecuadamente.
El bloque no parece
demasiado seguro, hay que vigilarlo porque si se soltara vendría sobre
nosotros. Así, comienzo a bajar sin perder ojo sobre el anclaje, y colocando
dos antirroces para minimizar los daños a la cuerda, aunque la roca es tan
blanda que difícilmente la deterioraría gravemente…
De este modo
terminamos bajando todos a la última sala, por aquello de llegar al fondo,
aunque no merece demasiado la pena, pues sólo hay un caos de bloques en rampa,
y en cambio el descenso ofrece cierto riesgo por lo comentado.
Descendemos entre los
bloques del fondo unos metros más, culebreando por pasos algo angostos, hasta
alcanzar lo que parece ser ya el final de la cavidad según la topografía, a
unos 68 m de profundidad.
Arturo y Marta en la sala |
Satisfechos ya
volvemos a subir a la gatera y alcanzamos la sala grande, tras desinstalar el
último pozo. Es hora de volver a la superficie y así lo hacemos. Sube en último
lugar Toño, desinstalando.
Alcanzamos la
cabecera del P-26. Arturo y Marta se adelantan mientras Toño y yo vamos por
detrás. Hubiéramos querido entretenernos en la estrecha galería que se continúa
bajo el P-14, pues nos han dicho que merece la pena por sus bellas formaciones,
pero por circunstancias es necesario salir deprisa, por lo que tendrá que
esperar a la próxima ocasión…
Arturo y Marta ya
están fuera, yo comienzo a subir por la maldita rampa embarrada que conecta el
pozo de entrada con el P-14, y cómo no, creo que dejé la marca de mis dientes
en el barro (menudo barrigazo…). Por fin doy el libre a Toño, que sube rápido
detrás de mí.
¿Cómo se puede salir tan limpio y brillante...? |
Finalizando la desinstalación de la sima |
Javier Rejos
Yo tengo un recuerdo chungo chungo de esta cueva. Todos los spits hechos polvo, giraban, hasta nos saltó uno. Pero ahora que he visto las "patitas de elefante" quiero volver. Son supermonas.
ResponderEliminarUna buena descripción que anima a otros del club a conocerla.
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