Desde El Salvador, mi país de adopción por este tiempo.
Siempre cuando se está de viaje se produce una extraña sensación en la que el tiempo pasa rapidísimo pero a la vez se dilata, permitiendo que suceda un mundo cada día. Ya he tenido oportunidad de disfrutar y pasarlo mal con el trabajo que voy a desarrollar durante este año. Aunque a priori pueda parecer bucólico para un geólogo tener la oportunidad de trabajar en un país donde la tierra está tan viva, también hay que pasar horas en la oficina, rellenando informes, lo mismo que en cualquier oficina española, pero esto forma parte del trabajo, también es importante. En este país la tierra está viva: tiembla, las montañas son volcanes en los que las fumarolas arrojan vapor de agua a elevada temperatura, todos los días llueve, arrastrando materiales de las laderas, provocando desprendimientos, deslizamientos, inundaciones... toda esta realidad que a nivel científico puede resultar interesante tiene una doble cara: la vulnerabilidad de este país ante todas estas circunstancias, que como sie