En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un espeleólogo de los de frontal en frente, mono oscuro, guantes finos y casco rayado. Una mochila de algo más chocolatina que estofado, bocata las más mañanas, vino y cerveza los sábados, whisky los viernes, algún vermut de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su ocio. El resto della concluían equipo de verticales, botas de agua para las cuevas húmedas con su neopreno de lo mismo, los días de entre semana se honraba con la limpieza de lo más prestado. Con este símil al gran Don Quijote, comienzo la crónica de nuestra visita a cueva de las Majadillas, cerca de Sacecorbo, en la comarca del Alto Tajo, Guadalajara. Cuatro Caballeros Andantes desafiamos las leyes del sueño.Aunque a ninguno nos hizo mucha gracia el madrugón, como siempre después se agradece. ¡A las 7 en punto estábamos todos en la puerta del Castillo! Preparados para un día en el que no íbamos a parar de reír.