El pasado día 6 de diciembre, al surgir un par de días
antes la imprevista posibilidad de hacer una escapada rápida, lanzamos una
convocatoria urgente a ver quién podía venir, pero finalmente sólo nos reunimos
Manuel y Javi.
El día previo quedamos para preparar el material
necesario el próximo fin de semana en nuestra zona de Alfoz de Lloredo, y ya de
paso preparamos lo necesario para esta pequeña sima.
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Manuel en la entrada a la sima |
Según la documentación disponible hay un pozo de entrada
de unos 45 m que se continúa en una pronunciada rampa.
Según nos habían dicho con 60 m de cuerda se alcanzaba la
rampa, aunque mejor 65. Decidimos llevarnos una cuerda de 14 para instalar
desde el exterior hasta unas primeras repisas, donde el pozo ya se hace de un
tirón. De esa manera, y con 60 m más, nos asegurábamos.
Además, sabíamos que la rampa posee instalación para
pasamanos, y dado que Isidoro Ortiz 1 habla de 14 anclajes y
125 m de cuerda, echamos una cuerda adicional de 40 m. Por la misma razón, echamos
10 chapas de cada tipo, con mosquetones. Al fin y al cabo uno de nuestros
objetivos era practicar la instalación y desinstalación, por lo que no
escatimamos fraccionando. Finalmente, un par de antirroces y algunas cintas,
por si acaso.
Todo ello no fuera a ser que fuera peligroso descender la
rampa a pelo, y pensando que el peso de más al fin y al cabo era entrenamiento
en bajada y subida. Pues diré ahora que menos mal, pues resultó que la “rampa”
es impracticable sin cordada adicional. Habríamos tenido que volvernos sin
alcanzar fondo.
La aproximación
El martes a la 08.15 h estamos ya en el coche, rumbo a
Cifuentes. Al alcanzar la vega del Tajuña nos sumergimos en una niebla densa,
hasta el pueblo. Allí no vemos indicador alguno de rumbo hacia Val de San
García, pues la sima se ubica junto a esa carretera, pero sabemos que el camino
sale del otro lado del pueblo, así que atravesamos Cifuentes y rápidamente
encontramos la salida buscada.
Comenzamos a subir, entre la niebla, lo que va a
dificultar encontrar la boca, pues no hemos estado antes ni conocemos la
entrada, sólo lo que hemos recopilado de diversas fuentes. Sabemos que a unos
1.800 m del pueblo la carretera gira bruscamente a la izquierda, y a unos 150 m
sale un carril a la derecha, estando la entrada muy cerca, protegida por una
barandilla metálica.
Alcanzamos entre la niebla la curva pronunciada,
aminoramos la marcha y efectivamente a poca distancia está la entrada.
Afortunadamente a esa altitud la niebla se está disipando, lo que nos facilita
entrar y aparcar junto a la sima.
El descenso a la
sima
Vestidos de faena y preparado el material, comenzamos a
instalar.
Anclamos la cuerda de 14 a una encina cercana a la boca,
pasándola bajo la barandilla, pues asienta mejor en el suelo que sobre el
hierro. Hay un par de parabolt justo
al comienzo de la vertical, bajamos hasta ellos usando un antirroce para que la
cuerda no se erosione en el borde, aunque no es un roce muy importante.
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Dos parabolt en la cabecera bajo la entrada |
Aunque los dos anclajes están algo alejados (como un
metro), optamos por utilizarlos como seguro y reaseguro, dejando bien tensito
el tramo de primero a segundo. Así, si aconteciera el improbable suceso de que
el primero “vuele”, tan sólo sería un pequeño péndulo, aparte del probable
infarto del colgante.
Como ha yemos observado en ocasiones anteriores, vemos
que frecuentemente la instalación de parabot
no tiene en consideración la existencia de tacos preexistentes en su cercanía,
lo cual resta una parte considerable de la resistencia del parabolt. En este caso concreto el anclaje principal de descenso
tiene un spit a unos 5 cm.
Sería interesante abrir un debate sobre esto para
alcanzar un consenso al respecto y tener claro cuál es la forma más adecuada de
instalar estos magníficos anclajes.
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En la repisa bajo la entrada, fraccionamiento |
El descenso continúa unos pocos metros (± 5) hasta una repisa donde hay otro anclaje similar. Aquí empalmamos la cuerda de 60, tranquilos ya de que llegaremos a fondo sin problemas.
Podríamos dirigirnos al fondo del pozo, pues el tiro es
muy vertical. Se intuye un pequeño roce unos 6-7 m por debajo, donde el descenso
se estrecha lo suficiente como para quedarse a gusto opositando entre espalda y
pies. En esa zona se puede desviar a alguno de los múltiples spit que hay en la pared, salvando el
roce, y abajo.
Sin embargo, estando allí sentado sobre el vacío (calculo
que unos 30 metros de “caída libre”), decidimos avanzar por la grieta unos
metros y montar allí una nueva cabecera, dos spit en buen estado que con dos chapas acodadas nos mandan también
directamente al fondo. Así el descenso es más entretenido.
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En la cabecera, a unos 30 m sobre la rampa |
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Vista lateral de la larga diaclasa (pozo), desde la cabecera instalada |
Montada la cabecera, sigue instalando Javi mientras Manuel baja hasta quedarse a oposición junto a ella. El pozo se va ampliando hasta varios metros entre paredes (3 o más), tratándose de una larga diaclasa cuyo final no apreciamos con las luces. De este modo alcanzamos los dos el fondo de la rampa.
Al lado vemos un nuevo parabolt en la pared de la izquierda, anclando y comenzando el
descenso con la cuerda restante. Más abajo hay un roce, evitándolo gracias a
otra chapa en la derecha, y más abajo otra vez a la izquierda, donde se acaba
la cuerda larga y comenzamos con la de 40.
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Desinstalando uno de los resaltes |
Algo más abajo de ese punto la “rampa” deja de ser rampa. Se descuelga en al menos dos o tres resaltes infranqueables en libre y que la topografía no deja claros. Además la roca resbala mucho. Menos mal que hemos sido prevenidos trayendo material de sobra.
Optamos por una cabecera en la izquierda (ocho de doble
gaza), parabolt en la derecha y abajo
con el primer resalte... luego alterna partes de rampa y de resalte vertical,
hasta alcanzar la bifurcación, donde ya no hace falta más cuerda, la rampa se
suaviza, o al menos permite descender a pie sin gran riesgo.
Un mundo de concreciones coraloideas
Es realmente esta parte del fondo, en el ramal principal,
donde mayor concentración hay de espeleotemas. Se trata, sin embargo, de un conjunto
muy singular y escaso en otras cavidades. Se trata de concreciones coraloideas,
consistentes en infinidad de pequeñas bolitas y aglutinaciones de ellas,
cubriendo paredes por metros y metros. Es la cueva en la que mayor
concentración de este tipo de formaciones he visto, y en mi opinión sólo por
ello ya merece la pena visitarla.
Nos entretenemos explorando, entre las grietas y grandes
bloques, todos los posibles desarrollos, descendiendo también algunos
metros a través de un orificio algo estrecho, donde Javi dio más vueltas que un
perro buscando cama, optando finalmente por quitarse todo hierro y cinta, y por
fin franquear el paso. Manuel, sin embargo, lo atravesó como conejo por
conejera.
Luego nos dirigimos al otro ramal que, según la
topografía, alcanza máxima profundidad (86 m). Un descenso estrecho al
principio, que rápido ensancha perdiéndose el techo en la altura. Sin embargo,
no ofrece formaciones tan espectaculares.
A la salida, desmonta Manuel para ir aprendiendo,
precedido de Javi a corta distancia que va aleccionándole. Nos esperamos en los
fraccionamientos, donde Javi saca la cámara del bidón, bien acolchado, y va
tomando fotos de Manuel mientras trabaja.
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Ascendiendo y desmontando uno de los resaltes |
El pozo grande, unos 30 m, sin problemas. Nos esperamos en la cabecera, aprovechando para “fusilar” a Manuel, a flashazos, mientras sube desmontando.
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Ascendiendo a la cabecera instalada sobre la rampa |
Poco después ya estábamos fuera, sobre las 16:30 h. La tarde estaba magnífica, con solecito suave y sin gota de niebla. Una fotos de recuerdo a la entrada y a comer a Cifuentes, donde estuvimos ojeando el centenar largo de fotografías tomadas.
Algunas notas
sobre la cavidad
Nos ha sorprendido la imprecisión de la información
disponible en las fuentes localizadas. La topografía disponible, quizá por su
escala, no deja nada clara la necesidad de instalación de la rampa final, que
pose al menos 2 o 3 resaltes considerables y difícilmente franqueables si no se
equipan con cordada. La roca es muy resbaladiza y el descenso-ascenso a
oposición sería demasiado arriesgado.
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Vista de uno de los resaltes, desde abajo |
Por ello, nos estamos planteando levantar una topografía, al menos parcial (la rampa hasta el fondo), representando la presencia de anclajes e incluyendo la ficha técnica correspondiente a la sima.
Serviría además como ejercicio práctico de topografía
para nuestros nuevos amantes de la topografía espeleológica. Alguno ya se ha
apuntado al tajo.
Manuel Fernández y Javier Rejos
Bibliografía
citada
1 Ortiz
Revuelta, I. (1997). “Cuevas y simas de
la zona centro. 80 cavidades. Cuenca, Guadalajara, Soria, Madrid y Segovia”.
286 p.
El año 1971,descendí la sima del Fraile y me acuerdo perfectamente que la entrada no debía de tener màs de 1 metro de diametro. Nos costó encontrarla. Fue mi primer rapel que para empezar no estaba nada mal, eso sí asegurado hasta las cejas.
ResponderEliminarJaume Casamort
Ya lo creo que no estaba mal, Jaume... en aquella época todavía estába en uso la escla. En esa sima se ven todavía las marcas de los cables de acero, y los buriles originales que aseguraban la instalación...
EliminarEspero que hayas disfrutado con esta crónica, nosotros disfrutamos mucho con la sima, que ahora se localiza estupendamente (tiene una barandilla metálica...). Un saludo,
Javier Rejos
Hola Javier, es cierto, nosotros descendimos rapelando y ascendimos con una escala de 20 metros lo que significó remontarla, desde la entrada de la sima, hasta 3 veces. Mientras tanto a esperar colgado en la oscuridad del vacio.
ResponderEliminarPor cierto, íbamos con luces de carburo y con unos bragueros de cordino hechos, in situ, por nosotros mismos. En fin una experiencia inolvidable de mi época de estudiante de educación física en Madrid.
Desde entonces ha llovido mucho y este año ya me jubilo.
Felicitaros por el grupo que tenéis y animaros para que sigàis difundiendo el deporte y la espeleología.
Un abrazo.
Jaume Casamort Ayats.
Profesor del INEFC de Barcelona.