Desayunar en la terraza mirando
al mar a finales de octubre es una imagen idílica. Qué mejor forma de coger
fuerzas tras el merecido descanso nocturno para afrontar un segundo reto
espeleológico en el levante español. Lástima que estuviera… ejem… diluviando
ligeramente y que tan solo pretendiéramos visitar una sima de unos 30 metros de
diámetro sin resguardo alguno frente a la lluvia.
Mañanita de lluvia en
Gandía
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En fin, que entre lo poco clara
que se avecinaba nuestra empresa y que… para qué negarlo, nos gusta tomarnos con
calma el café, acabamos dejando el apartamento a eso de las 11:30. De camino,
parada obligada a comprar pan y unos dulces de coco en Oliva. Viendo que la
lluvia no era ya tan pesada decidimos encaminarnos a la boca de l’Avenc Ample
en la Vall d’Ebo, en el municipio de Pego. Unas cuantas curvas y un paisaje de
lapiaz impresionante nos conducen a esta amplia cavidad cuyo nombre en valencià le hace justicia.
Paisaje en la Vall d'Ebo |
El número de vías equipadas es
amplio, ya que se trata de una cavidad-escuela, así que lo primero es decidir
cuál sería la más oportuna para realizar el descenso. Finalmente nos decidimos
por una fácilmente accesible y que permite realizar la mayor parte del descenso
en volado.
Volver al coche y cambiarnos
supone que Montse empieza a instalar la cuerda a la una y media de la tarde.
Jesús, desde el otro lado del pozo, aprovecha para fotografiar los mejores
momentos de la instalación y el descenso, obsequiándonos con imágenes como
éstas…
Detalles de la instalación. |
Arturo y yo en pleno descenso |
El fondo del pozo no resulta ni
oscuro ni tenebroso. Un inmenso montón cónico de derrubios alberga una bella
población de lengua de ciervo y otros helechos que, para su conservación han
sido balizados. El ambiente es tranquilo. Un haz de luz penetra desde una
segunda boca en el extremo suroeste del pozo. El cielo gris nos observa
amenazador, creando una atmósfera digna de cuento de hadas. Por lo demás, las
paredes resultan carentes de espeleotemas, a excepción de algunos muy fósiles.
Escena de cuento en el interior de la sima. |
Lengua de ciervo (Phyllitis
scolopendrium). Helecho escaso en esta zona donde aparece asociado a menudo a
los fondos de sima.
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Montse y Arturo se enfrascan en
una animada cháchara que a mí se me antoja eterna pensando que estamos a más
400 km de casa, que son las tres de la tarde, que mañana es lunes, que me toca
conducir y que…. Respiro hondo y decido disfrutar de lo que me rodea y
olvidarme de los agobios.
No lo he mencionado aún, pero el
objetivo de esta visita no es solo hacer fondo y volver a subir… Al parecer el
C.E. Gandía descubrió en 2001 una amplia sala con formaciones a la que se
accede tras una pequeña trepada y recorrer una incómoda gatera de 5 metros.
Rápidamente reconocemos el acceso gracias a la cuerda de apoyo, prácticamente
innecesaria que algún grupo ha dejado instalada.
Accediendo a la gatera de entrada a la sala CEG |
Visto que soy la que más prisa
tengo, decido ir en primer lugar. Rápidamente me doy cuenta de que lo de
“incómoda gatera” no son palabras vanas. Una vez dentro, todos los trastos
sobran, el mono se engancha en los numerosos salientes que tampoco dejan
tomarse un descanso sin riesgo de abundantes moratones y la forma irregular y
aplanada lateralmente, y lo bajo del techo, hacen imposible cambiar de
posición. Me digo a mi misma que solo son 5 metros, pero el hecho de no
haberlos recorrido antes ninguno de nosotros hace que me agobie un poco y
vuelvo atrás. Pido agua y me lo quito todo (el arnés y los aparatos, me
refiero). Respiro hondo un par de veces y arramplo con todo para delante sin
pensarlo más. Rápidamente me encuentro en una ventana que se abre a un pequeño
destrepe desde el cual, según nuestros planes, una cuerda instalada en fijo
permitiría bajar a la sala. Planes totalmente infundados, puesto que finalmente
resultó que no había tal cuerda, sino que solo fue producto de nuestra
imaginación y no de una adecuada documentación. Sin embargo, no fue cosa de
poco darnos cuenta de que no había cuerda. Yo había quedado agotada tras los
nervios de la gatera y no veía claro acercarme mucho más a la zona donde
deberían situarse los anclajes. Montse y Arturo, desde fuera, me preguntaban
qué era lo que veía desde mi posición… “¡Aquí no hay ninguna cuerda! Solo veo
una anilla y dos flecos…” “¿Dos flecos?” “Sí, dos flecos negros”… Mi miopía me
estaba jugando una mala pasada y los dos flecos no eran sino viejos maillones
oxidados… Eso sí, no había cuerda. Por si acaso, y dado que no acertaba a dar
información más clara, acabó pasando Arturo quien, aproximándose un poco más
abajo, dio con los anclajes y encontró también, escondida, una cuerda rota en
fragmentos totalmente estropeada y absolutamente desaconsejable para bajar una
caída de al menos 6 o 7 metros. En fin, Jesús, que al final te echamos de menos…
¡a ti y a tu cuerda verde!
Anclajes para acceder a
la sala CEG y formaciones al fondo. Cuerda rota y escondida.
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Tomadas las fotos de rigor abortamos
la misión y salimos ambos. Qué corta se me hizo la gatera a la vuelta. No es lo
mismo pisar terreno conocido que desconocido, está claro. A pesar de lo fallido
del proyecto decidimos que nos merecíamos reponer fuerzas antes de afrontar el
ascenso de unos 50 metros para volver arriba. Ya con el buche lleno, subo
primera y estreno el pantin que me ha prestado Jesús… ¡Madre!, qué alegre se
sube con este chisme… En pocos minutos estoy arriba, esperándoles. Poco a poco
va subiendo Arturo y finalmente Montse, que desinstala sin problemas.
Mientras nos estamos cambiando,
Arturo saca una caja de pulseras de esas que brillan en la oscuridad, que se ha
encontrado abajo. Poco tardamos en condecorarnos y como ya es de noche vamos
tan chulos con nuestras pulseras. Con no poco esfuerzo logramos meter todos los
trastos, nuestros cuatro cuerpos serranos y el cuerpo peludo de Nero en mi
Forito que se porta muy bien y nos lleva cual Kit (el coche fantástico) a
Camporrobles en un periquete y a Guadalajara en dos periquetes.
En fin, un fin de semana muuuuy
bien aprovechado y en una compañía difícil de mejorar.
después de escasos años en esto aun sigo aprendiendo y si hay algo que todavía me cuesta es estar preparado para todo .En este caso os habéis encontrado algo que cada vez es mas frecuente,la dichosa cueda rota .En el futuro conviene llevar alguna cuerda de "porsiacaso"
ResponderEliminara pesar de lo que pese.
En fin si no es una cuerda será cualquier otra cosa........
buena crónica Razola
Toño
Que buen fin de semana cuevero que pasasteis. Eso sí, frío seguro que no, por esas tierras.
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