Tardecitas de otoño, a la puesta del sol: La Cueva de la Galiana, en Horche.

De esas tardes autumnales (I, 04/10/2019).

Bueno, bueno... retomamos esas saliditas de un rato, ahora aprovechando alguna tarde libre y las ganas de tomar ese sol, ese último calor del atardecer en estas fechas, antes de que los fríos nos quiten las ganas (que no lo harán...).

Con éstas, la tarde del último viernes me fui a dar un paseillo, cerca porque ya era tarde. Ya en camino recordé algunas anotaciones que había releído en mis libretas, hablaba de cierta cueva muy cerquita de Guadalajara, en el término de Horche.

La información venía de algún libro de arqueología, dado que la cueva citada fue estudiada en el pasado y posee interés por su yacimiento calcolítico.

Como estoy dedicado a ratos a inventariar y documentar pequeñas cuevas (naturales, digo) no demasiado lejanas a la ciudad, voy revisando lo que tengo y lo que encuentro por ahí en la bibliografía y en mis pateos por las rocas que pueden albergar cavidades, y que son las calizas del Pontiense (borde del escarpe del páramo alcarreño), los yesos miocenos (y alguna masa oligocena, algo más lejos), y ciertos depósitos de travertinos que aparecen de vez en cuando en los cursos fluviales cercanos.

Bueno, ésta concretamente se abre en el Pontiense, esas calizas que a veces poseen alguna cuevecilla, raro es que posean desarrollos apreciables, pero interesantes siempre, sea porque son conocidas por las gentes del lugar (y se trata de sus cuevas, que poseen nombre propio), sea por su potencial interés científico (arqueológico, paleontológico, biológico...).

Muchas, además, no fueron consideradas en el catálogo de cavidades de Guadalajara, quizá porque en estos terrenos no se llevó a cabo un inventario concienzudo, dado que las exploraciones serían escasas por el menor interés de estos territorios para la búsqueda y exploración de cavidades, y por ello mismo, raras son las citas en la bibliografía espeleológica disponible.

Sin embargo, no son pocas las que hay, y como hemos dicho ya en alguna entrada previa a este mismo blog, merecen atención y su rescate del olvido, debiendo añadirse a una futura edición del catálogo de cavidades provincial.

Pues con ello estamos, y esta es una más, la Cueva de la Galiana, en Horche.
Cueva de La Galiana (Horche, Gu.)
Con la situación estimada en la memoria, nos desplazamos por la N-320 (carretera de Cuenca) hasta el desvío a Horche. Allí cruzamos la carrera por encima y tomamos la vía de servicio por la izquierda, un camino aceptable. Lo continuamos hasta iniciar el descenso hacia el valle del Ungría, dejando allí el coche aparcado, pues el camino ya se hace un poco caprino.

Vista del valle del Ungría desde el borde
del páramo, cerca de la cueva
Ya caminando, en cuanto el camino se descuelga hacia el valle, tomamos una senda ascendente por la ladera, entre matorrales aromáticos, incluidas algunas matas de ruda cuyo fortísimo aroma nos alcanza al pisarlas.

No sabemos dónde está la entrada, pero ha de andar por allí cerca. Según hemos leído, en el borde de la ladera, y por debajo debería haber unas ruinas de antiguos cercados de piedra.

Habíamos también leído que la entrada estaba casi colmatada por hundimientos o arrastres de sedimentos, y por eso al encontrar un hundimiento en la ladera, de dimensiones no muy amplias pero que sugiere una posible entrada, pensamos que podría ser la boca tapada. Lo fotografiamos por si acaso, y tomamos las coordenadas con el GPS.

Hundimiento cercano a la cueva
Acabado esto, volvemos a la senda y ascendemos a ver si desde el borde superior de los llanos tenemos visión y se aprecia algo... y mira por donde, a muy corta distancia nos topamos con la cueva, que se abre justo al lado de la senda, y es cueva verdadera y abierta, sobre la roca del pontiense y justo al nivel del páramo... no llegará a 2 m de roca entre el techo de la entrada y la parte superior, es decir, es muy superficial en su entrada.

La entrada, muy cerca de la planicie,
la superficie está muy cerca del techo rocoso
La entrada es humilde, hay que entrar en cuclillas, y dentro no te puedes poner de pie. La entrada presenta muretes laterales de piedra y argamasa, es evidente que debió tener puerta o algo así.

Sin embargo, las dimensiones son muy escasas y no parece razonable su utilización para guardar ganado, inclinándonos quizá a un uso ocasional como almacén de útiles o herramientas para el laboreo agrícola y forestal, pero a saber.

En el exterior, más allá de la entrada hay un pequeño hundimiento que se abre en un hueco más pequeño y que conecta con el interior.

El hundimiento tras la entrada
da también paso a la cueva a
través de un conducto menor 
Tras la entrada principal se prolonga la cueva a derecha e izquierda, pero no entramos más que hasta el vestíbulo por no ir convenientemente equipados.

No parece que pudiera haber sido excavada, pues no se aprecian indicios de uso del herramientas en las paredes, y por ello nos inclinamos a catalogarla como cavidad natural.

Vista parcial del interior,
prácticamente desde la entrada
Los contornos de paredes y techos son caóticos, angulosos, rotos, repletos de aristas y salientes. Es evidente que, aunque presumiblemente su origen debió ser kárstico, es ya muy vieja y en fase natural de colmatación y hundimiento. Hay bastantes piedras y bloques por el suelo, como es lógico.

Galería estrecha hacia la derecha de la entrada
Tomamos algunas fotografías y notas, y dejamos otros trabajos para otro día. Es cuestión de volver y explorar sus recovecos mientras se toman las medidas y datos necesarios para levantar un plano topográfico, completando así su documentación (desde el punto de vista espeleológico, queremos decir).


Otras vistas del interior, paredes angulosas,
rotas, y sedimentos pedregosos colmatando
Acabado esto, casi atardeciendo ya, nos damos un paseo por el borde de la ladera hasta alcanzar las vistas a las juntas del Matayeguas con el Ungría, al fondo el paraje de Lupiana llamado El Castillo. Nos volvemos ya con los últimos rayos del sol, que acaba de ponerse en el horizonte.

Ya en casa, mientras se descargan los datos del GPS y las fotografías, trasteamos un poco en la red, y encontramos una magnífica web dedicada al pueblo de Horche y sus gentes (VilladeHorche.com), y en ella hay un interesantísimo artículo escrito en 2010 por Francisco José Martínez Fernández titulado "La Cueva de la Galiana".

En su artículo, el autor comenta detalles muy curiosos sobre la cueva, su nombre e historia de las prospecciones y estudios arqueológicos. Transcribimos textualmente el segundo párrafo:

"La Cueva de la Galiana debe su nombre a la proximidad de una antigua vía de paso para el ganado, según leemos en la Revista de Obras Públicas de 20 de septiembre de 1917, aunque también se la conoce como Cueva de Valdelcobo y como Cueva de Calvillo, en recuerdo de D. Ignacio Calvo Sánchez, arqueólogo de Horche que realizó unas exploraciones en la cueva y que era apodado como “Cura Calvillo”.

Proporciona el autor bastante información sobre la cavidad, especialmente sobre su interés arqueológico y los estudios llevados a cabo. Y además, ofrece material gráfico y una completa lista de referencias bibliográficas relacionadas que merecerá la pena ojear.

¡Qué interesantes son estas aportaciones y cuánta información nos ofrecen!. Aprovechamos para agradecer al autor, y a otros tantos como él, todos esos esfuerzos altruistas en dar a conocer y difundir lo que hay y se conoce en nuestros pueblos, datos, historias y conocimientos que, en muchos casos, se diluirían irremediablemente en el olvido si no fuera por su trabajo.

F. Javier Rejos

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