PARTICIPANTES: Jesus, Irene, Paco, Santos, Nacho y Esthela
Después de un buen desayuno… Jesús, Irene, Paco, Santos, Nacho y yo nos pusimos en movimiento, cogimos los coches desde el albergue hasta las Casucas de Marga para comenzar desde allí la aproximación.
Por fin llego el día, íbamos a iniciarnos (los nuevos abismeros)
en nuestra primera gran cavidad de Cantabria “que ganas”.
Nos pusimos todo el material y al lío, Cruzamos el río, que
no el puente :P para coger el sendero que iniciaba el ascenso a la boca de la
cueva, dudamos unos segundos… por aquí por allá, hasta que Jesús encontró el
camino de subida correcto. Ya en la boca de la cueva, las fotos de rigor un
poquito de agua y a por ella….
Pasamos los laminadores de la galería de entrada y el
resalte de 3 m que conecta con el cañón de exploración, donde no pasaba
desapercibido el aire fresquito (aquí
comprendimos el nombre de la cueva)
Continuamos pasando varios pasamanos uno de ellos para
librar el desfondamiento del bloque 64, y llegamos al paso del tracastín donde
aquí cada uno lo pasaba como podía, abierto de piernas o si no llegabas
dejándote colgar del pasamanos.
Llegamos a la encrucijada de la araña y mientras Jesús
instalaba la cuerda que nos serviría para la vuelta por el cañón de Eboulis,
los más lentos fuimos aprovechando para ir pasando el gran pasamanos de la
encrucijada y poder así continuar por el mismo nivel superior.
Avanzamos por la gran 5ª avenida donde llegamos a la gran
Sala Rabelais donde comimos con alguna que otra historieta divertida de Santos
;)
Nos pusimos de nuevo en marcha y continuamos por el gran
Cañón Rojo, donde nos costó alguna que otra vuelta encontrar el paso que enlaza
al nivel inferior con el Gran Atajo. Subimos
una rampa escalonada, donde aparece una instalación en fijo que nos facilita
bajar a las gateras que conectan con el nivel más inferior de la cavidad, el
Cañón de Eboulis, hasta encontrar la cuerda que anteriormente había instalado
Jesús. Tranquilamente fuimos subiendo uno a uno, acompañados de unas “dulces
melodías”…
Desde aquí ya solo quedaba bajar "campo a través" para llegar a los coches, quitarnos el traje de faena y tomar rumbo al albergue, donde nos esperaba un buen cocido montañes para recuperar energías.
Buen estreno en este mundo de las crónicas.
ResponderEliminarQue bien vienen las botas de agua aunque la cueva sea seca.
Que grandes estos abismeros nuevos!!!
ResponderEliminarY que gueno el cocido montañes!!que te recupera en cuerpo y alma de estas grandes andanzas
¡Qué guay, Esthela! La verdad es q me impresionaron los grandes cañones de esta cueva y nos divertimos mucho mucho con las historias y canciones de Santos.
ResponderEliminar¡Qué guay, Esthela! La verdad es q me impresionaron los grandes cañones de esta cueva y nos divertimos mucho mucho con las historias y canciones de Santos.
ResponderEliminarUnas buenas risas si, jejeje. Desde luego que eché de menos las botas de agua, imposible llevar más barro!!
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