XVI Curso de Iniciación Espeleológica – Prácticas en exteriores

El Barrancazo

14 y 15 de abril de 2018


Este fin de semana daba comienzo la segunda jornada del curso de iniciación con las prácticas en exteriores.

El día anterior los instaladores, después de portear unas cuantas sacas de material además de su equipo personal, comenzaron a montar todo el tinglado de cuerdas ya preparadas con anterioridad. Les dieron la una de la madrugada. Un HURRA por ellos, que se lo curraron.
El sábado a eso de las 8 de la mañana, se organizaban los vehículos en la sede del Club Abismo con el resto de trastos que faltaban por llevar al lugar de las prácticas.

Una vez allí, sobre las diez de la mañana, a los cursillistas se les dio los primeros consejos de cómo iba a transcurrir la jornada. Se enfundaron los arneses y demás cacharrería con la supervisión de los monitores. Se organizaron los grupos de monitor y cursillista y se les asignaron las primeras vías a realizar. Este año tienen la suerte de que al no haberse completado el número de inscritos, el ratio ha sido de un monitor por cursillista.

Comenzaron realizando subidas por las cuerdas y aprendiendo sus primeros pasos en los fraccionamientos. Unos con más acierto que otros, pero hay que decir que hay vías de cuerda más fáciles que otras. Al final iban a pasar por todas ellas.

Al poco y curiosamente casi a la vez, llegaban a las cabeceras de las vías y así aprendieron a cambiarse los aparatos de ascenso por los de descenso.

Ahora ya no les resultaba tan fácil pasar los fraccionamientos en descenso, la cosa cambia mucho, sobre todo a los que les tocaban fraccionamientos sin poder apoyar la bota en ningún sitio. Poco a poco van superando esta dificultad y a algunos ya se les empieza a ver con algo más de soltura.

La mañana transcurrió de la misma manera, fraccionamientos a tutiplén. La mejor forma de aprender es, repetición tras repetición hasta que se empieza a hacer automático. A estas alturas la gaza de seguridad (Coca), la tienen más que aprendida los cursillistas.

A las dos de la tarde hicimos un descanso en el camino a las alturas, aprovechado para comer y de paso dar rienda suelta a los chascarrillos de la mañana y como no a las aventuras espeleológicas.
Este fue el momento que aprovechamos los docentes para comentar el nivel que cada cursillista había adquirido y así el director de curso cambió los grupos de monitores y cursillistas. 

Por la tarde comenzaron nuevos retos. Primero un calentamiento por las vías de cuerda  unos y otros cuantos a practicar el pasamanos. 

Poco a poco empezó a llenarse este pasamanos, llegando incluso los primeros a coger con las manos en la masa a los instaladores en la Grieta.

Algunos llegaban al pasamanos por las vías de subida,  teniendo que quitar y poner el antirroce. Una técnica que tendrán que usar en las cavidades que visitaremos el próximo fin de semana.

La grieta instalada al final del largo pasamanos dio algún que otro problema a algunos cursillistas. Casi todos con las rodillas marcadas debido a la fuerte oposición que hay que hacer. El final del pasamanos de la grieta termina en un pequeño volado, donde algunos pudieron intuir como sería su bajada por el volado del corralillo.

El desviador, dio problemas a prácticamente la totalidad de los cursillistas. Más que el desviador, la cabecera de esta vía donde tienen que hacer el cambio de aparatos. La separación del nudo del mosquetón de anclaje, para que este no roce, fue lo que originó el problema. Un ajuste de este, hizo que los siguientes en pasar la prueba del desviador lo hiciesen con más soltura.

La gran prueba, el largo volado no lo practicaron todos los cursillistas, esto nos da una idea a los organizadores de cómo montar los grupos para las cavidades del próximo fin de semana. Hubo quien subió con soltura, quien desistió del intento, quien subió a pequeños pasos y los que lo subieron en un abrir y cerrar de ojos.

La bajada del volado, que siempre impresiona incluso a los más veteranos, también hubo de todo, alguno bajaron demasiado deprisa, la mayoría en su justa medida e incluso hubo quien bajo a trompicones, señal de que no apretaban el gatillo del descendedor hasta el final.
Acabamos esta larga jornada sobre las siete y media. Recogimos un poco las cosas desparramadas y nos fuimos hacia el Albergue de El Molino, no sin antes parar en el bar del pueblo a tomas unas cervecitas que todos nos habíamos ganado.
Ya en el albergue, unos a las duchas, otros haciendo cola, otros tomando cervecitas que llevaban en la nevera del coche. Sobre las nueve y media cenamos y después prácticamente habían desaparecido todos los cursillistas. La paliza que llevaban encima les hizo ir a la cama inmediatamente. El resto estuvimos de chachara y risas hasta que poco a poco nos íbamos retirando también a la cama.
Desayuno a las ocho de la mañana, a los vehículos y para El Barrancazo.

A las nueve ya estamos en marcha con el resto de prácticas que aún les quedaban por descubrir.
A los que les quedaba por subir el volado se pusieron mano a la obra, mientras otros practicaban la Escala, asegurados por una cuerda dinámica.

Otros empezaban a practicar el paso del nudo. Aquí hay que decir que a casi todos hubo que secarlos del aprieto en el que ellos mismos se metían. Un enredo de aparatos y cuerda, en el que en algunos casos era imposible de solucionar, teniendo que soltar cuerda para llevarles hasta el suelo.

El pasamanos aéreo, donde la cosa se complica pues no hay apoyo con los pies.

El pasamos al revés empezando por la grieta, fue de lo último que practicaron unos cuantos, mientras otros pasaban la prueba del péndulo. Aquí se pretendió que ellos resolviesen como mejor pudiesen, debido a la comba en la cuerda que se había montado. Las risas y el cachondeo estaban servidos. Con esto se dio por terminada esta jornada para los cursillistas.
Parada para comer sobre las 2 de la tarde.


 Aún quedaba hacer una demostración de desbloqueo de un supuesto accidentado, aquí también hubo cachondeo y muchas risas. Mientras, se iban desinstalando las vías que aún quedaban por desmontar. 
Tuvimos suerte con la lluvia, pues nos temimos lo peor y al final la climatología se porto estupendamente, pues no nos llovió y además no nos golpeo el calor de los cursos de otros años.
Ahora les queda a los cursillistas practicar en las cavidades todo lo aprendido este fin de semana. Esperamos haber enseñado lo suficiente para que se desenvuelvan con soltura.


Paco Cuesta