El campo estaba precioso cuando llegamos a Sacecorbo, infestado de flores que parecían azucenas. Luis nos explicó que eran tubérculos comestibles parecidos a las patatas y que nos encantarían si los probábamos.
Pero para qué perder el tiempo en romanticismos primaverales: "Pachi, si hay que ir a setas se va a setas". - "Aquí hemos venido a meternos a la caverna, así que manos a la obras".
Los de Viana estaban allí, con una pancarta que cubría toda la entrada, al lado de la encina que marca la boca. ¿Qué necesidad de poner aquí una pancarta? Me pregunté yo. Pero enseguida me lo aclaró uno de Viana: "Las redes sociales. Sí, si no estamos en ellas parece que no existimos". A ver si vais aprendiendo los Abismo. (Esto último lo he añadido yo y es pura ironía).
Enfrentarnos de nuevo al ritual de ponernos los equipos no nos resultó nada fácil, parece mentira cómo se olvida todo en tan poco tiempo.
-"¡Por Dios! ¿Tanto preparativo para esto? Es una broma, ¿no?"
Y encima Luis se había dedicado a apretar los maillones con llave, que, por supuesto, se había dejado en el coche. Pero todo hay que decirlo, resolvió el problema con mucha elegancia.
Este era el primer punto del guión que Paco y Luis habían estado elaborando como parte de los preparativos de la visita, porque yo sigo pensando que todo estaba preparado. ¿O no fue así? Cuando acabéis de leer la crónica ya me diréis si pensáis como yo o no.
Ya sin los equipos, aliviados de peso, no dirigimos a las cavidades secas. No nos habíamos alejados ni veinte metros de la boca cuando Paco se dio cuenta de que no tenía la topo. "Bueno, total, da igual. Si en esta cueva no se pierde nadie". Fueron sus palabras, reconfortantes para los cursillistas inexpertos.
No obstante, transcurrido cierto tiempo, empezaron a surgir las dudas. ¿Era por aquí? ¿A dónde nos lleva esto?¿Estamos realmente en las cavidades secas? Los nervios a flor de piel y la cueva de las Majadillas estaba dejando de ser esa cuevecita inocente en la que nadie se pierde.
Más aún cuando Paco se dio cuenta de que también se había dejado la brújula.
Cuando los nervios seguían aumentando, Luis, que se había adelantado uno metros, se encontró una topo que alguien había perdido.
- "¿Cómo? ¿Que lo que más necesitamos en este preciso momento es una topo y nos encontramos una? Nos estáis tomando el pelo. Vinisteis ayer y la dejasteis ahí colocadita".
No obstante, nos vino bien perdernos un ratito porque así dimos tiempo a los de Viana para que despejaran la ruta del paso del Chumino.
Incluso con la topo en mano nos costó llegar a la sala del Tanque. Cuando llegamos, Paco nos explicó in situ la teoría del terremoto que habría provocado la caída del espeleotema que daba nombre a la sala. Surgieron algunas preguntas interesantes relacionadas con el proceso y es que la espeleología y la ciencia van de la mano.
No obstante, nos vino bien perdernos un ratito porque así dimos tiempo a los de Viana para que despejaran la ruta del paso del Chumino.
Incluso con la topo en mano nos costó llegar a la sala del Tanque. Cuando llegamos, Paco nos explicó in situ la teoría del terremoto que habría provocado la caída del espeleotema que daba nombre a la sala. Surgieron algunas preguntas interesantes relacionadas con el proceso y es que la espeleología y la ciencia van de la mano.
Después, llego la hora de reponer energía para enfrentarnos al último y más difícil tramo de la ruta: el paso del Chumino.
Muchas veces la vida nos pone a prueba y tenemos que tener fortaleza mental y física para seguir adelante. Avanzar por una cueva es algo comparable. Uno respira hondo, se dice a sí mismo "calma y paciencia" y piensa : "Habrá un futuro después de este paso". Y efectivamente, lo hubo.
Después del "Chumino" llegamos a "la Playa", y después de la playa llegamos "al Meandro".
Y como no teníamos los trajes de neopreno, tendremos que volver en otra ocasión para no dejar esta aventura sin concluir, porque hay cueva más allá del meandro y el espeléologo siempre quiere más.
Nos perdimos de nuevo en el camino de vuelta y tuvimos que volver a la estrategia de "habrá un futuro" para recobrar la calma y encontrar la salida.
A las 7:45, estábamos de nuevo en la superficie, preparándonos para la bien merecida cerveza.
Nos perdimos la final de la Champion, pero disfrutamos de Majadillas como enanos.
Y nunca sabremos si la anécdota de la topo y la brújula y el estar varias veces perdidos fueron fruto de un guión elaborado o de la propia providencia.
Carmen Hermira
Que conste que ya no sois cursillistas. Con el diploma que se os entregó en el curso, ya sois espeleólogos.
ResponderEliminarEntrar en un cueva sin topo y encontrarse en una galería una topo, ¿no te parece un poco raro? Pues a veces pasan esas cosas, o no. A saber.
En breve se subirá un vídeo de esta actividad.
Buena crónica y que te animes a elaborar unas cuantas más.
Paco Cuesta
no somos una empresa de multiaventura compañeros
EliminarAlgún seguidor del blog estará diciéndose ahora "ya sabía yo que a alguien le vendría bien la topo que perdí...", jeje. En cueva, sea visita o exploración, con topo o sin topo, mirad el camino hacia adelante, pero también y a conciencia, hacia atrás... a la vuelta la cueva parecerá otra.
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