El equipo de Abismo llegó puntual a la cita. Pepe, el presidente y Chechu, estaban esperándonos para la entrega de material, justo al lado de la Sima de Alcorón. Llegado este punto me veo en la obligación de declarar que Chechu, nuestro compañero de fatigas en la travesía de la Juana II, se convertiría en el Master Chef de las Jornadas, quien nos deleitaría con pantagruélicas cenas.
Me resultó sorprendente leer en los carteles informativos de la Sima de Alcorón la calificación que se le otorga: "asombrosa obra de la naturaleza". Ciertamente es lo que yo hubiese pensado hace unos meses, antes de iniciarme en la aventura de "hacer cuevas". Aún con el poco tiempo que llevo en esto, y no es por desprestigiar ninguna formación geológica, he visto maravillas bajo tierra, desconocidas para la inmensa mayoría de los mortales, que Alcorón no puede igualar ni con mucho. Y esto me hace pensar en lo privilegiados que somos todos los que nos dedicamos a esta "sana locura".
Una vez recogido todo el material, o eso es lo que creíamos, la avanzadilla del Club Abismo abandonó las inmediaciones de la Sima de Alcorón para dirigirse a instalar algunas de las cavidades.
Abismo se dividió en dos equipos: uno para instalar la Z3 y otro la Juana II.
La profesionalidad de Jesús y la serenidad de Pablo fueron las principales protagonistas durante las seis horas que estuvimos bajo tierra en la Juana II. Ni siquiera desapareció la atmósfera de calma cuando se hizo evidente que faltaban metros, muchos metros de cuerda para acabar la instalación. ¡Nos falta cuerda! Nunca se supo qué había pasado con la cuerda que faltaba, así que al día siguiente hubo que volver.
Y, por supuesto, hacer la travesía de la Juana II fue un gran regalo. El lago estaba precioso, caía muchísima agua.
Instalar y desinstalar la Z3 fue un acto heroico, y cómo no, el club Abismo estuvo presente.
La visita a La Ramera tampoco se quedó atrás en aportar su dosis de sufrimiento.
Siendo "parida" en la Ramera |
Todo lo anteriormente descrito, la exploración de otras cavidades como Diana y Manuel Mozo y muchas risas bajo la tienda Tipi de Pablo fue, en esencia, lo que estas jornadas de Espeleología y Cañones nos han dejado en herencia.
Ya estamos deseando que lleguen las próximas. Gracias a todos los implicados por hacerlas posibles.
Carmen Hermira
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