6 de diciembre de 2013
Participantes: Manu Fernández, Rebeca Martín, Isma Luengo, Marta Arias, Jesús Canfranc, Rosa Martín, Israel Camacho, Dani Fernández y Paco Cuesta.
En la boca de entrada que está a una altitud de 312 metros, hay una encina, un roble y un mostajo que es el que le da nombre a la torca. El desnivel total es de 117 metros y la cueva está formada en roca caliza. Para los interesados en visitarla: poner el GPS con el Datum WGS84 y las coordenadas son 4332206 - 361372.
Aparcamos al
lado de una casa, donde su dueño salió enseguida a darnos consejos de como
estacionar los vehículos para que no molestasen y así lo hicimos.
Canfranc es
el único del grupo que la ha visitado con anterioridad y no disponemos ni de
topo ni ficha técnica para su instalación, con lo que él será nuestro guía en
esta visita.
La entrada
es una sima de 22 metros y en su base hay un resalte en un cono de derrubios, después
otro pequeño pocito hasta la base de la torca.
Uno a uno de
este numeroso grupo vamos llegando, mientras los primeros en bajar revisan el
pasamanos que nos encontraremos a la derecha de la base del pozo. En esta galería
de amplias dimensiones vemos las primeras formaciones y un poco más adelante el
pasamos, que nos permitió sortear un gran pozo.
Un laminador
amplio nos da acceso a una sala grande y con los techos brillantes. Después de
una sala pequeña llegamos al temido laminador. Es tan estrecho, que nos obligó
a pasarlo con la cabeza de lado, que en ocasiones no te deja ver el camino a
seguir.
Se sale a
una galería cómoda de recorrer hasta un resalte del que cuelga una cuerda y que
tiene su cosa el superarlo.
La segunda
temida gatera, que es más estrecha que el anterior laminador y que tiene unos 8
metros, que se hacen eternos. El suelo es
de arcilla suelta, con lo que es más fácil de recorrer si la vas apartando y agrandando un poquito el camino. O por lo menos eso me pareció a mí.
La galería que
recorrimos a continuación es de grandes dimensiones. Aprovechamos para parar a
comer. Durante este descanso, organizamos dos grupos, unos bajarían un pozo que
teníamos a la izquierda de la galería, mientras otro grupo decidimos volver por
nuestros pasos.
El grupo del
pozo que comunica con el nivel inferior de la cavidad, lo instalan y lo bajan,
pero deciden no recorrer mucho de este nivel y enseguida se ponen en marcha
para subir este pozo de 40 metros de volado.
La gatera la
pasamos con menos dificultad a la venida, pero el laminador esta vez nos pilla
cuesta arriba y nos hace sudar lo suyo, sobre todo las dichosas sacas que las
empujas y vuelven a ti como por arte de magia.
El primer
grupo vamos saliendo de la torca y comprobamos con alegría que todavía no se ha
puesto el sol. El segundo, aún tardarían dos horas más.
Una buena
cavidad para visitar, eso sí, si no te gustan los pasos estrechísimos, mejor quédate
en casa.
Paco Cuesta
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