Este “I encuentro de Espeleología” del club empezó a tomar forma allá en la asamblea anual, celebrada el mes de febrero. Días antes del encuentro, ya estaba todo organizado, refugio, simas, grupos, cuerdas, coches, comida,.... en fin un curro.
El sábado 22 quedamos a eso de la 8.00 en la sede del club, y como ya he dicho...estaba todo hecho (gracias a aquel/a o aquellos/as por preparar todo el material...es un lujo), y sin más demora marchamos hacia el bosque de Valsalobre.
Después de muchos preparativos, partimos a la “Sima de La Raja”, Paco Cuesta, Alejandro, Sergio, Miguel, Juan Carlos y yo (Miguel A. Sanz)).
Después de varios despistes por las pistas forestales encontramos la sima, (mira que habremos estado veces...y ni por esas), aunque eso sí, con la ayuda de otro grupo que se dirigían a la Sima de Boca Quemada.
Encontrado el agujero, nos dispusimos a bajar. Eran aproximadamente a 13.00 Siguiendo el orden: Miguel A. Sanz, P. Cuesta, Alejandro, Sergio y Juan Carlos. Miguel no bajó, y se quedó montando su propio campamento.
El descenso del P45, el pozo-rampa de 15, rampa de 10 y el último P45, fue pausado y sin complicaciones, alternando cabeceras y fraccionamiento con parabolt y con spits.
Una vez en el fondo de la sima y tras recorrer la galería, decidimos salir al exterior, pero sin desmontar toda la instalación, para que al día siguiente pudieran bajar otros.
Así, fuimos poco a poco y uno a uno ascendiendo al exterior. Sobre las 17.30 estábamos todos fuera.
Durante el retorno al refugio de la zapatilla, no encontramos a Santi y Mónica, que estaban atrapados en un reguero de barro. Les sacamos de su trampa y fuimos al refugio a preparar el sarao nocturno.
Al día siguiente, Mónica y Carlos Aranda se animaron a bajar a la Raja, junto con P. Cuesta y yo (Miguel A. Sanz). Carlos y yo bajamos hasta el final de la sima, mientras que Mónica y P. Cuesta sólo llegaran hasta el final de la rampa de 10 m. La subida sosegada, y desinstalando todo.
Después de todo el curro, fuimos al refugio de la zapatilla a llenar el buche.
Miguel A. Sanz
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