Dispuestos a visitar la cavidad y enseñársela a los más jóvenes, para que tomaran contacto con la espeleología, quedamos en Sacecorbo por la mañana. La Cueva de las Majadillas es muy adecuada para iniciar en la espeleología a personas sin experiencia, pues hay un poco de todo y los riesgos son mínimos.
Benjamín, con Luis, Rodrigo y Adrián, vendrían desde Peñalver, mientras que los Javis partimos de Guadalajara. Al encontrar los bares cerrados resultó imposible tomar el deseado café matutino, dirigiéndonos sin demora hacia la cueva.
Alcanzada la boca instalamos la escala y una cuerda para asegurar en el descenso del pozo de entrada. Mientras tanto, dos espeleólogos más llegaron a la entrada, con intención de visitar también la cavidad.
Reunidos bajo la entrada, probamos los distintos tipos de luces que llevamos, desde carburo a algún casco con linternas pegadas con cinta, pero todas funcionales.
Empezamos la visita recorriendo las galerías hacia la Sala del Tanque, entreteniéndonos contemplando y estudiando las formaciones de esta parte que, aunque algo deterioradas, merecen la pena. Javi aprovecha para ir comentando distintos aspectos del origen de las cuevas, los niveles del suelo, sedimentos, etc. en fin, tan rollista como siempre, aunque todos parecían tan interesados, especialmente los más chicos, que preguntaban mucho. Muy interesantes, especialmente, algunos grupos de espeleotemas erosionados en los que se aprecian muy bien las capas de deposición de caliza, pues ilustran el crecimiento de las formaciones.
En la Sala del Tanque, algunas fotografías y recorrido general para entrever sus dimensiones, pero rápidamente nos dirigimos a la gatera rumbo al Paso del Chumino, con cierto resquemor debido a la “oxidación” de los expertos, y, por qué no decirlo, el “mayor volumen” de alguno de ellos. En los arrastreros, risas y buen ambiente, arrastrando una saca con la cámara, viandas y algunas cosillas más.
Alcanzado el paso, establecemos la estrategia para que los nuevos pasen sin problemas: primero Benjamín para que pueda ir fotografiando a los demás al pasar. Detrás Javi (padre), permaneciendo tumbado en el suelo justo antes del paso. Todos los demás pasarían sobre él, pudiendo así ayudarles desde detrás, y él el último. Lo hemos hecho así numerosas veces con excelentes resultados.
Pero Benjamín se atasca a la primera en El Chumino: típico efecto cuña de la carburera sobre el costado derecho, lo he visto ya varias veces (y alguna lo he sufrido). Tras liberarse retrocediendo, no se siente con ánimo de volverlo a intentar, saliendo marcha atrás.
Estudiamos la situación, pensando en dirigirnos a otras galerías, pero el propio Benjamín insiste en que nosotros pasemos para que los nuevos vean Las Playas y el curso de agua. Tras meditarlo, y considerando que es espeleólogo experto y sensato, decidimos hacerle caso y que nos espere allí reposando, mientras hacemos una visita rápida.
Ahora viene la prueba de fuego, pasará primero Javi y luego los novatos, con la supervisión de Benjamín desde detrás. Javi alcanza el paso, lo valora y, no sin cierto temor, lo ataca. Sin problemas, el paso no es lo que era antaño, de hecho cada vez es más fácil atravesarlo. Se lo comentamos a Benjamín por si finalmente se anima, pero no se siente templado y prefiere esperarnos relajado en la antesala.
Avanzamos rápidamente alcanzando las grandes galerías de Las Playas, donde se inicia el pequeño curso de agua que seguiremos en adelante. Vamos viendo las enormes bolas de cristales (drusas, creemos que son) y las geodas de los meandros, hasta alcanzar la galería que lleva a “El Sifón”, donde avanzamos con cuidado para no mojarnos. Así, agachados y haciendo malabarismos, llegamos a ver El Sifón, donde decidimos ya retroceder, aunque debo destacar que alguno de los nuevos (Adrián, que es muy aventurero) se quedó con las ganas de tirarse al agua y seguir adelante. Sin embargo, Benjamín está esperándonos y no queremos preocuparle.
A la salida acabamos casi todos saliendo por el curso de agua hasta la rodilla. El único que escapó fue Luis, que hizo una demostración prodigiosa de equilibrio (ni las arañas caminan por paredes y techo con tanta habilidad...) salvando su calzado.
En Las Playas Javi recoge una gran bola de cristales que está suelta, muy sucia y deteriorada, con la esperanza de que fuera, una vez limpia, pueda verse con claridad su estructura. La “bola”, del tamaño de una sandía, pesa bastante, pero Javi decide llevársela en brazos.
Al llegar de vuelta al Paso del Chumino encontramos a Benjamín tan tranquilo tras haberse echado una siestecita, tan a gusto. Van pasando los nuevos siendo inmortalizados en el trance. Cabe decir que los más peques atravesaron el paso como si nada. Finalmente Javi se reúne con el grupo, rodando la “china” delante de él.
En un pequeño ensanchamiento nos paramos a comer y beber algo. En la saca hay un par de botes con algunas cosillas para picar... alegría de los más chicos al ver las gominolas y las pulgas de jamón preparadas para ellos. Fueron devoradas sin contemplaciones.
Allí nos alcanzan los dos espeleólogos de la entrada, han debido de estar visitando otras galerías antes de atacar esta parte.
Nos dirigimos finalmente hacia la salida, que alcanzamos más o menos a la hora de comer.
Ya fuera, tras cambiarnos, Benjamín comenta en relación con el famoso canto que en las cercanías de la boca hay montones enteros de ellos, grandes bolas que los tractores arrancan al labrar y que apartan en montones a los márgenes de los cultivos. Nos lleva a alguno de esos montones: docenas de geodas enormes como balones, aunque en general casi completamente rellenas de cristales... y Javi arrastrando el gran canto sucio y roto durante casi toda la cueva... Finalmente se quedaría en la boca.
En las primeras horas de la tarde alcanzamos Sacecorbo donde nos tomamos unos refrescos, y nos separamos rumbo a nuestros respectivos destinos.
El balance de la actividad, muy positivo. Benjamín y Javi desoxidaron bastante y pudieron comprobar que todavía reptan bastante bien, y los nuevos disfrutaron de la visita, los pasos y las formaciones, haciéndose conocedores de lo que implican las estrechuras.
Javier Rejos
Me alegro de volver a ver a Benja en plena faena, sintiendo de nuevo la sensación de las cavidades.
ResponderEliminarUn saludo
Paco Cuesta
Me encanta que haya gente como tu Javi, siempre dispuesta a enseñar a los demas...
ResponderEliminarNos vemos en Alfoz!!!