Cuevamur

FECHA: 23 JULIO 2016
PARTICIPANTES: Pablo, Isma, Silvia, Isra, Arturo y Marta.

Para empezar bien el fin de semana se programó una escapada a Cuevamur, un total de 6 personas, 3 monitores y el resto cursillistas; preparados para las maravillas que esconde Cantabria. La hora de salida se fijó tras la visita del panadero con lo que emprendimos camino sobre las 10. Una vez llegamos al parking nos cargamos los hierros ya que, aunque no es una cueva muy vertical es necesario equipo para superar varios pasamanos o alguna que otra rampa. Iniciamos la aproximación, que por suerte solo estaba a 10 min.

Llegamos al inmenso boquete que sin duda nos dejó a más de uno boquiabiertos  para luego adentrarnos por una sorprendente pequeña ventana que indicaba el inicio de la cueva. En la entrada apreciamos el comienzo de una vía ferrata que no descartamos hacerla alguna vez.

Comenzamos la expedición con un poco de gateo que daba con el primer pasamanos  para más tarde llegar a la sala de los termómetros. Ya empezábamos a darnos cuenta de las increíbles formaciones de las que seríamos testigos. Tras ello, topamos con el primer laminador del cual todavía guardamos señales en nuestros codos y rodillas. Con la cabeza cerca del suelo y empezando ya a pringarnos de barro recorrimos unos 30 metros hasta dar con una gran y espectacular sala, La Gran Sima.

 A partir de aquí comienza el recorrido circular, empezando por una rampa recorrimos inmensidad de salas muy amplias, propias de la zona con formaciones únicas y fascinantes. Atravesamos salas como la del caos, la cascada o la de campamento que nos encaminaba a la zona más estrecha. 
Tras una paradita para recargar fuerzas, proseguimos con nuestro camino. Los "monis" nos iban concienciando de lo que tocaba a continuación, alguno se arrepentía del bocadillo solo de pensar en el famoso paso de los retales. Aún así cargamos la saca a la espalda y... ¡a la aventura! Se trataban de unos 20 metros bastante estrechos que implicaron un par de paradas tanto por Pablo como por Silvia que curiosamente se autoanimaban sacando a la luz el compañerismo que sin duda predomina en este club. Por mi parte fue una experiencia pasar tirando de una de las sacas que finalmente me dejaron por cabezona. 

Superada la zona más ceñida topamos con gran cantidad de formaciones, muchas excéntricas y estalactitas que creaban un magnífico paisaje subterráneo de ensueño. Tal era la imagen que no sabíamos ni a donde mirar. Eso sí en la escena no faltaron bromas y risas con "los churris" y el resto del grupo sobre todo en torno a ciertas formaciones donde la imaginación podía jugarte una mala pasada. 

Sin darnos cuenta llegamos de nuevo a la Gran Sima e iniciamos la salida del agujero. Al encontrarnos de nuevo en la inmensa boca emprendimos el regreso a los coches con ganas de más.
En definitiva una experiencia única, con buenísima compañía, un grupo que crea un ambiente familiar y acogedor y muy buen rollo. Preparados para lo siguiente, solo queda decir: ¡Cantabria espéranos que volveremos!


Marta Gutiérrez

Comentarios

  1. Una cavidad que merece la pena visitar y sobre todo conservar.
    Buena crónica.
    Ahora a por la siguiente.....

    ResponderEliminar

Publicar un comentario